Es un hecho muy repetido que, para estar más sanos, debemos llevar una dieta equilibrada. Esto significa que debemos asegurarnos de comer mucha fruta y verdura (al menos cinco raciones al día) y equilibrar nuestras comidas con carbohidratos integrales sin procesar y proteínas magras, con un poco de grasa insaturada.

En el pasado, se pensaba que comer regularmente carne, patatas y verduras era una buena manera de lograr este equilibrio. Pero ahora, nuevas investigaciones demuestran que el consumo de carne, especialmente de carne roja o procesada, puede provocar enfermedades crónicas.

 

El problema de la carne

Las carnes rojas, como la ternera y el cordero, y las procesadas, como las salchichas, las hamburguesas, el bacon y el jamón, contienen proteínas, vitaminas y minerales. Pero estas carnes también contienen grasas saturadas y colesterol. Por este motivo, las directrices oficiales recomiendan limitar el consumo de carnes rojas y procesadas a 70 g al día, no más de tres veces por semana. Para ponerlo en contexto, tres lonchas finas de carne que se pueden tomar con una cena asada, cada una del tamaño de media rebanada de pan, pesarán unos 90 g.

Comer más de esta cantidad recomendada de carnes rojas y procesadas se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad, colesterol alto, presión arterial alta, enfermedades del corazón y diabetes tipo 2. El consumo habitual de carnes rojas y procesadas también se considera un riesgo para la salud en términos de cánceres colorrectales, lo que ha llevado a la Organización Mundial de la Salud a clasificarlas como carcinógenas.

Dejando de lado los peligros para la salud, el consumo de todo tipo de carne, incluida la de ave, es perjudicial para el planeta. La agricultura animal contribuye más al cambio climático que incluso la industria del transporte.

Si reduces la cantidad de carne que comes, puedes reducir considerablemente tu huella de carbono, además de proteger tu propia salud.

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¿Qué puedo comer en lugar de carne?

La carne proporciona proteínas, en primer lugar: necesitamos proteínas para la energía y el crecimiento y la reparación de los músculos. Por lo tanto, si estamos reduciendo nuestra ingesta de carne, tenemos que considerar de dónde estamos obteniendo nuestras proteínas.

Los productos lácteos bajos en grasa y los huevos proporcionan proteínas sin contener tanta grasa saturada. Los alimentos de origen vegetal también aportan más proteínas de lo que mucha gente cree: los guisantes, las alubias, los garbanzos, las lentejas, los frutos secos y las semillas son ricos en proteínas. Al igual que muchos sustitutos de la carne, como la carne picada vegetariana o vegana, las salchichas y las hamburguesas. Todos ellos son considerablemente más bajos en grasa y no contienen colesterol.

No hace falta que renuncies por completo a la carne y te conviertas en un genio de la cocina con una lata de garbanzos. Puedes reducir tu consumo de carne dedicando unos días a la semana a no comerla. Los lunes sin carne son ahora un gran éxito entre las familias que quieren seguir una dieta más sana, y a medida que las dietas basadas en plantas se hacen más populares, las estanterías de los supermercados se llenan de alternativas sin carne y de inspiración.

Haz que las verduras y las proteínas de origen vegetal sean los ingredientes principales de tus comidas y te sorprenderá lo fácil que te resultará reducir tu consumo de carne. Tu salud, y la del planeta, te lo agradecerán.