Somos lo que comemos y, en ese caso, lo que introducimos en nuestro cuerpo afecta en gran medida a su funcionamiento y rendimiento. En lo que respecta a la digestión, los alimentos van de la mano con este proceso, y también pueden ser un desencadenante de problemas digestivos.

Conocer nuestro cuerpo es imprescindible para entender sus funciones y limitaciones. Si nuestro cuerpo no funciona de forma óptima, podemos influir directamente, tanto positiva como negativamente, a través de la alimentación.

Los alimentos son una causa conocida de los síntomas digestivos. Sin embargo, del mismo modo que los alimentos pueden causar problemas digestivos, ciertos alimentos también pueden mejorar drásticamente estos síntomas en personas sensibles.

Restringiendo ciertos tipos de alimentos y aumentando grupos de alimentos específicos podemos esforzarnos por conseguir un funcionamiento más óptimo del cuerpo, después de todo, ¡somos lo que comemos!

 

Control de la alimentación

Una dieta baja en carbohidratos fermentables, conocida como FODMAPS, se recomienda clínicamente para el manejo del síndrome del intestino irritable (SII). Pero, ¿qué son los FODMAPS?

FODMAP significa oligo, di, monosacáridos y polioles fermentables. Como puede ver, se trata de un término muy científico que se utiliza para agrupar los alimentos con carbohidratos que son famosos por activar síntomas digestivos poco saludables como calambres estomacales, dolores, evacuaciones intestinales urgentes, viento, hinchazón y gases.

Bien, ahora que sabemos lo que significa esta frase, podemos desglosarla más. Hay cuatro grupos que componen los FODMAP de la dieta. Oligosacáridos, que son el trigo, el centeno y varias frutas y verduras. Disacáridos, que son la leche, el yogur y el queso blando, siendo la lactosa el principal carbohidrato aquí. Monosacáridos, que incluyen edulcorantes como la miel y el néctar de agave, siendo la fructosa la principal fuente de azúcar y carbohidratos. Por último, los polioles, que incluyen algunas frutas y verduras como las moras y el lichi, así como algunos edulcorantes bajos en calorías.

 

Bajo FODMAP

Esencialmente, una dieta baja en FODMAP limita los alimentos con alto contenido en FODMAP. En resumen, los beneficios de esta dieta ayudan a las personas que sufren de SII a reducir sus síntomas digestivos.

Afortunadamente, se ha demostrado que tanto el dolor de estómago como la hinchazón disminuyen significativamente con una dieta baja en FODMAP. Las pruebas sugieren que si se sigue una dieta baja en FODMAP, las probabilidades de mejorar el dolor de estómago y la hinchazón son un 81% y un 75% mayores (1).
Como resultado, la calidad de vida puede mejorar drásticamente, ya que una dieta baja en FODMAP reduce los molestos síntomas digestivos.

Sin embargo, si estás leyendo esto y no tienes un diagnóstico de mala salud como el SII, entonces una dieta baja en FODMAP no es para todos. Así como la reducción de los síntomas parece atractiva para todos, tengan o no SII, una dieta baja en FODMAP puede ser más perjudicial que beneficiosa para los que no tienen SII debido a las restricciones en muchos grupos de alimentos.

Una dieta baja en FODMAP requiere tres etapas de adherencia. La etapa de restricción, en la que se abandona estrictamente el consumo de alimentos ricos en FODMAP. Por supuesto, aquí hay que investigar un poco para asegurarse de que se conocen bien los alimentos con alto contenido en FODMAP. Una lista de control en la puerta de la nevera es una técnica útil. Esta etapa dura hasta 8 semanas, y debería notarse una diferencia considerable en la salud intestinal y la calidad de vida.

En este caso, la segunda etapa es la de reintroducción, en la que los alimentos ricos en FODMAP se reintroducen lentamente en la dieta diaria. Esto permite al consumidor controlar qué cambios se han realizado, qué alimentos se han reintroducido y, lo que es más importante, qué grupo de alimentos podría estar provocando o desencadenando nuevos síntomas. Este proceso le ayudará a descubrir qué alimentos puede tolerar y a qué alimentos es más intolerante.

La tercera etapa es la personalización. En este proceso se “modifica” la dieta baja en FODMAP. Mantienes la restricción de los alimentos con alto contenido en FODMAP, pero una vez identificados, también permites los que puedes tolerar hasta ciertos niveles. La variedad y la flexibilidad dependen del consumidor de la dieta; el cumplimiento a largo plazo de esta versión modificada puede ser muy eficaz para reducir los síntomas digestivos dolorosos. Cada etapa es igualmente importante para lograr el alivio de los síntomas a largo plazo y la salud y el bienestar general.

 

Planificación previa

Asegurarse de tener una lista creíble de alimentos con alto contenido en FODMAP es esencial; esta puede ser su guía para una dieta variada y colorida en adelante, aunque no lo crea. Aunque hay muchas restricciones, también hay muchas aplicaciones y recetas centradas en los alimentos bajos en FODMAP que pueden transformar su forma de comer, pero también su calidad de vida.

Limpiar la nevera, los cajones y los armarios de la cocina de productos con alto contenido en FODMAP te ayuda a prepararte psicológica y físicamente para el cambio. Cuidar de su salud intestinal debería ser su prioridad número uno; esto mejorará drásticamente su funcionamiento diario, además de mejorar su confianza y autoestima. Realizar cambios activos, con la participación de otros miembros de la familia, puede ayudar a la adherencia a esta dieta.

Hacer la lista de la compra antes de entrar en el supermercado, leer los menús de los restaurantes antes de salir a cenar, preparar las comidas antes de ir al trabajo, etc., son técnicas útiles que le ayudarán a seguir el plan. La familiarización con los alimentos bajos en FODMAP será la clave para mantener la coherencia en este cambio de estilo de vida; una vez establecido, vivir de esta manera se convertirá en algo natural.

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Referencia

  1. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21615553

 

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